Eres una Joya Preciosa para Dios

Aunque existan personas que nos hayan dañado haciéndonos sentir rechazadas, heridas e incapaces de lograr grandes cosas, hiriéndo nuestros sentimientos de tal manera que nos despreciamos y desvalorizamos, o talvez alguna experiencia traumática y dolorosa nos ha hecho creer que tuvimos la culpa de alguna situación determinada.

No debemos creer en tales mentiras del enemigo ni permitir que nuestra autoestima y valor se rijan por la manera en que hemos sido tratadas.

Aunque las personas pueden llegar a dañarnos y provocarnos marcas y cicatrizes, estas heridas solamente se quedarán si les damos nuestro consentimiento. Es necesario sacudirnos de estas emociones negativas que nos hacen sentir inmerecidas. Porque antes de creer lo que alguien más piense de ti debes primero creer lo que Dios manifiesta en su palabra.

Él dice que eres "Aceptada en el Amado" (Efesios 1:6) Que tú le perteneces, que eras la niña de sus ojos (Zacarías 2:8), que Él te amo primero y quiere obrar através de ti, si tu se lo permites. Tú eres especial para Dios, eres una joya preciosa, por eso mismo Él quiere que seas tratada como vaso frágil.

No permitas que el rechazo de otras personas, provoque que tu misma te rechaces. Dios te acepta, aún cuando todos los demás te rechacen.

“Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá”. El Señor nunca te rechaza, Él siempre te comprende. (Salmos 27:10)

Jesús comprende el dolor de ser rechazado, porque Él sufrió también el rechazo aquí en la tierra. Su corazón late por nosotras con infinito amor.

Dios desea restaurar la valoración que tenemos de si mismas, para gozar de una autoestima sana, Él quiere llenarnos de amor y esperanza.

Caminemos siempre con la cabeza en alto, sabiendo que Dios está al mando de nuestra vida y Él nos guía por sendas de amor y justicia.

Recordemos que estamos hechas a su imagen, somos su máxima creación.

Nuestro brillo va en aumento ¡Dios quiere que brillemos como su joya más bella!

«Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima
sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.»
—(Proverbios 31:10)