martes, 11 de diciembre de 2012

Conciencia Sexualidad Sagrada




Cuando una mujer hace el amor con “penes emocionales”, con penes compulsivos y egoístas, que no saben estar presentes amorosa y desinteresadamente dentro de su vientre, está acentuando la herida. El contacto con el pene de un hombre que ha sanado o que está en el camino consciente de sanación, que ha abierto su corazón, que ha integrado en él mismo la energía femenina, la energía de la Diosa, comienza, sin embargo, a purificar el vientre femenino.

El cuerpo es un símbolo y el vientre, el útero femenino, es el símbolo de la conexión con lo no manifestado, la Diosa. El vientre femenino ha sido agredido durante miles de años, por el mundo masculino y la energía metálica separada del corazón y la Madre Tierra que ha dominado nuestra civilización.

Y aún hoy sigue siendo agredido terriblemente en nuestra “avanzada” civilización. Se le agrede cuando el hombre sigue utilizándolo para descargar toda su frenética compulsividad mental, cuando tantos y tantos hombres se masturban dentro del vientre de una mujer y a eso le llaman hacer el amor. Le agrede la propia mujer cuando permite que cualquier hombre entre dentro de ella, y cuando ella misma copia los patrones sexuales masculinizantes, dirigiéndose a una sexualidad superficial (clitoridiana) y convirtiéndose en ese tipo de mujer, tan común hoy en día, que utiliza activamente la sexualidad desligada del sentimiento.

Se le agrede por supuesto en los hospitales, en el llamado “parto tecnológico” dominante hoy en día, donde tantas y tantas mujeres paren de forma antinatural y son sometidas a la atrocidad de la episiotomía y otras aberraciones médicas, en aras del la “efectividad técnica”. Se la agrede cuando se ha inventado la píldora, que destruye el ciclo femenino, o todos los otros sistemas anticonceptivos intrusivos en el cuerpo de la mujer, curiosamente siempre sistemas para la mujer, ¿porqué no para el hombre?. 

Se agrede el vientre femenino, cuando se ha hecho creer a la mujer que su regla es un trastorno, una molestia “que tiene que sufrir” y que la impide actuar en un plano de “igualdad” con el hombre. Cuando se la ha hecho separarse del momento sagrado que es la menstruación y a base de “tampax” apartarse e incluso repudiar su propia sangre. Podríamos continuar con un sin fin de agresiones más de una civilización masculina que, desde su “omnipotente” hemisferio izquierdo, ha cometido y sigue cometiendo para controlar y aplastar a la Diosa, a la cual ha temido y no ha entendido. No es de extrañar que nuestra civilización esté destruyendo la Tierra, siendo la Tierra la expresión por excelencia de la energía de la Diosa.

Es necesario que el vientre femenino sea sanado de todo el dolor, de todo el miedo y de todo el rencor, del karma colectivo, de miles de años de aplastamiento de lo femenino, de desprecio y de agresión a la Diosa.

Existen diferentes formas, y lo que podríamos llamar técnicas de sanación, que desembocan todas en tomar consciencia de la verdadera identidad, despejando todas las creencias erróneas sobre uno mismo incrustadas en nuestra mente-cuerpo. El mismo acto sexual, en la forma tántrica, es una potente forma de sanación.

La sexualidad tántrica puede ser una ayuda poderosa en el camino de sanación del vientre femenino, pues revierte el proceso de la enfermedad del desamor que inunda las células del vientre femenino. Cuando una mujer hace el amor con “penes emocionales”, con penes compulsivos y egoístas, que no saben estar presentes amorosa y desinteresadamente dentro de su vientre, está acentuando la herida. 

El contacto con el pene de un hombre que ha sanado o que está en el camino consciente de sanación  que ha abierto su corazón, que ha integrado en él mismo la energía femenina, la energía de la Diosa, comienza, sin embargo, a purificar el vientre femenino. 

Comienza a darle “nueva información”, esta vez desde la consideración, desde el amor. Por eso es muy importante para cualquier mujer en el camino de sanación consciente, ser cuidadosa en sus relaciones. No se trata de represión, de negar ahora el derecho de libertad sexual, tan arduamente conseguido; sino de una toma de consciencia de “lo que estamos haciendo”. Pasado el tiempo, tan necesario, después de siglos de locura de represión, de la liberación sexual de los hippies, estamos ahora en otro lugar, donde debemos empezar a tomar responsabilidad sobre las verdaderas consecuencias de lo que hacemos.

Autor: Yolanda Urrea

Imagina una Mujer



“Imagina una mujer que cree que es correcto y bueno que ella sea mujer. Una mujer que honra su experiencia y cuenta sus historias. Que no acepta cargar con los pecados de otros en su cuerpo y su vida.

Imagina una mujer que cree en su bondad. Una mujer que confía en sí misma y se respeta. Que escucha sus necesidades y deseos y los abraza con ternura y gracia.

Imagina una mujer que cree en su pertenencia al mundo, una mujer que festeja y celebra su propia vida, que se siente alegre de estar viva.

Imagina a una mujer que ha reconocido la influencia del pasado en el presente. Una mujer que ha recorrido su pasado. Que ha sanado su presente.

Imagina una mujere enamorada de su propio cuerpo. Una mujer que cree que su cuerpo es suficiente tal como es. Que celebra su cuerpo como compañero digno de confianza. Y sus ritmos y ciclos como recurso exquisito.

Imagina una mujer que abraza su propia sexualidad como propia, una mujer que se deleita en el placer que se da. Que experimenta todos sus sentimientos y sensaciones eróticas sin vergüenza ni culpa.

Imagina una mujer que honra el rostro de la Diosa en su propio rostro cambiante. Una mujer que celebra la acumulación de sus años y de su sabiduría, que se niega a usar su preciosa energia de vida para disfrazar los cambios de su cuerpo y de su vida.


Imagina una mujer que es autora de su propia vida. Una mujer que imagina la divinidad a su imagen y semejanza. Que diseña su propia espiritualidad y permite que ella le informe su vida diaria

Imagina a una mujer que valora a las mujeres de su vida. Una mujer que se sienta en círculos de mujeres para que se le recuerde su propia verdad cuando la olvide.

Imagina a una mujer sin vergüenza, que esta llena de sí misma, una mujer poderosa que esta despierta a su propia verdad. Una mujer valerosa que ha asumido su justo lugar al lado de los hombres. Una mujer sabia, cuyas creencias respecto a sí misma se reflejan en sus relaciones

Una mujer que inicia, se esfuerza y se mueve en su propio nombre. Que no acepta rendirse, excepto a su Ser más verdadero y a su voz más sabia.

Imagínate a ti misma como esa mujer.”

Tomado de Imagine a Woman in Love with Herself,  (Un Dios que se parece a mi: Descubriendo el rostro femenino de Dios) por Patricia Lynn Reilly, M. Div., (c) 1995 

Florece...



"Florece donde sea que estés plantada." - Edu Wigand

Ser Mujer



Ser mujer es la sensualidad, la intensidad, el goce de habitar un cuerpo dibujado en curvas y profundidades, que ama ser recorrido y fecundado amorosamente.

Ser mujer es mi forma de amar y crear, tomando y soltando, como la respiración.
Ser mujer es un compromiso inalterable con la vida, un agradecimiento permanente a la existencia, un gestar junto a otros: mujeres y hombres, nuevas realidades más sanas y felices para todos.

Ser mujer es no cansarme jamás de bucear en cada alma, la verdad y el amor.
Ser mujer es abrazar en círculo a mis amigas, hermanas, compañeras.
Ser mujer es abrirme como corola a los misterios sagrados.

Autor: © Germana Martin
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